Hace su apreciación, en el semanario Camino en su nota editorial, que está circulando desde este día en puestos de revistas, librerías y en todas las parroquias del país, y en donde se destaca, que el nombramiento del alto oficial llega en un momento en que la seguridad ciudadana se vuelve trizas, aunque con el patrullaje mixto de policías y militares hay cierto respiro, pero sabemos que esa no es la solución.
Dice, “es un medicamento para un paciente moribundo, pero que continúa en estado de coma, porque cada día nos sorprenden nuevos atracos, robos y asesinatos”; y a seguidas reflexiona, que “para lograr este sueño, de vivir en paz, que deseamos convertir en realidad, el general Castro Castillo necesitará el apoyo del Gobierno, dignificando la vida de los policías”.
Cree, que es necesario que se facilite a la Institución (Policía), los recursos imprescindibles que les permitan a sus miembros desempeñar su noble misión con eficiencia, porque cuentan con los equipos suficientes sin tener que andar mendigando, y siendo presas fáciles de quienes los corrompen.
Considera, que la uniformada deberá continuar con el adecentamiento y profilaxis dentro del Cuerpo del Orden, sacando aquellos miembros, no importa el rango, que tanto daño le han hecho a su imagen con actuaciones dolosas que se transforman en traición a la Patria.
Los religiosos entienden, que para lograr el propósito de la seguridad ciudadana, el designado jefe policial, necesitará el apoyo de sus compañeros de uniforme para que no sean obstáculos en los planes que tiene para desempeñar su labor de manera ejemplar.
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